martes, 19 de noviembre de 2013

Sanacion de la Energia femenina

Sanacion de la Energia femenina


El hombre tiene que sanar y abrir su corazón.
Pero la mujer,canal principal en la Tierra de esa energía femenina tiene un papel principal.
La mujer debe comprender cuál es su verdadera esencia, donde está su auténtica
liberación y sanar todo aquello que la impide encarnar el poder de la Diosa. La
misma sanación de la mujer y esa toma de su verdadero poder, ayudarán al hombre
también a curarse, al deshacer todo el rencor y toda la energía atrapada a
través de historias de cientos y cientos de reencarnaciones.
Para que la mujer pueda acceder a la energía de su corazón, 
su verdadera esencia, debe primero sanar su vientre, curar la herida ancestral 
de lo femenino. En prácticamente toda mujer encarnada hoy en la Tierra existe 
esa herida. Es la herida formada por todo el dolor acumulado en el inconsciente 
colectivo de la humanidad por los miles de años de represión y utilización de lo 
femenino. Es también la energía inconsciente del rencor contra lo masculino que 
se manifiesta especialmente en las relaciones de pareja, pero que está ya ahí 
desde el momento del nacimiento, reflejada desde el principio en la relación con 
el padre progenitor, arquetipo de lo masculino.

Aunque la mujer de forma generalizada está despertando, muy 
pocas mujeres han realizado todavía el trabajo de abrazar, hacer consciente y 
liberar esa herida del dolor y del rencor. En tanto esa herida no se sane, la 
mujer no podrá liberarse, siguiendo atada a lo masculino, y por ende, siguiendo 
también nuestro mundo atado a lo masculino.

Sanar la herida es perdonar, que es realmente liberar a los 
demás y liberarnos a nosotros mismos. Es desatar lo ilusorio. El pasado que solo 
está en la mente. Mientras no perdonamos quedamos atados a aquello contra lo que 
reaccionamos y es lo que una y otra vez llamaremos y crearemos en nuestra propia 
vida. Todo esto se mueve normalmente a niveles inconscientes y es ahí 
precisamente donde debemos actuar, observándonos, haciéndonos conscientes de 
todo eso que estaba antes oculto y que no podíamos ver. Es un trabajo de 
elevación de la conciencia. Cuantos más hagamos el trabajo, más fácil será para 
el resto.

Para perdonar es muy importante ver las cosas con más 
amplitud. Comprender que todo esto no es un tema personal, que es la historia de 
la humanidad, la historia de cientos y cientos de reencarnaciones, donde todos 
hemos pasado por todo. Unas veces como hombres, otras como mujeres. Lo que 
realmente estamos haciendo es liberar el karma de la humanidad, desde la mujer o 
el hombre que hemos elegido ser en la encarnación actual.

El verdadero poder de la mujer no está en "igualarse" al 
hombre en su "fuerza", en su "racionalidad", no está en afrontar la vida desde 
su mente conceptual, analítica y discursiva. Ahí la mujer se pierde a sí misma y 
realiza una vana labor de liberación de lo femenino. La mujer también tiene que 
desarrollar su lado masculino, su mente racional y analítica, su hemisferio 
izquierdo, para equilibrarse. Sin un desarrollo de su lado masculino, la mujer 
no puede estar completa en la Tierra y todas esas características yin la 
arrastrarán a un mar de confusión, de emocionalidad, de inestabilidad, de falta 
de sobriedad. Podrá percibir muchas cosas, pero no podrá procesarlas, no podrá 
colocarlas, quedándose en un mundo vago y difuso, difícil de expresar. Es a 
través de las características yang (masculinas) como se puede dar forma a ese 
mundo, si no, demasiado etéreo. Pero este desarrollo de su parte yang, siempre 
debe estar dirigido desde su parte femenina, es como el sustentador que da 
equilibrio en el mundo. Pero no está ahí su verdadero poder. 

Esa necesidad de muchas mujeres de "demostrar" su valía en 
el mundo masculino, es una necesidad ligada a la relación con el padre no 
aclarada. La figura del padre debe ser recapitulada profundamente en cada mujer. 
Es un trabajo de liberación. Mientras una mujer no ha bajado a los entresijos de 
su relación con el arquetipo masculino, para ver todo el dolor emocional, toda 
la ira y toda la culpabilidad allí existentes, no podrá ser ella misma, se 
encontrará atada a esa energía que la desestabilizará, que reproducirá una y 
otra vez en los patrones de su vida, en sus relaciones, en su sexualidad. No 
podrá expresar su feminidad, su verdadero poder.

En el otro lado, la mujer debe volverse hacia el arquetipo 
femenino, hacia la madre. También ahí es necesario un trabajo de perdón y 
liberación. Un trabajo de comprensión que lleve a retomar el contacto con la 
esencia femenina, más allá de los desequilibrios normalmente existentes en toda 
relación madre-hija. Es normal que para la mayoría de las mujeres de hoy en día, 
la madre no haya aportado suficiente "presencia" femenina en su desarrollo. Más 
allá de esta realidad de la relación con la propia madre, debemos comprender que 
lo femenino arquetípico transciende la madre física. Que es posible conectar con 
"la energía de la madre" a través de la Tierra y también a través de la comunión 
con otras mujeres.

El vientre de la mujer debe ser sanado, para que la Diosa 
se pueda manifestar. Y hoy en día el vientre de la práctica totalidad de las 
mujeres se encuentra impregnado a nivel celular de la herida de siglos de 
dominio y deshonra de la Diosa. Las relaciones sexuales no han hecho, ni hacen, 
más que agravar dicha herida. Todo pene no purificado de la mente y 
emocionalidad masculina, que entra dentro de una mujer, no hace si no potenciar 
el dolor allí existente, el dolor del desamor, de la no veneración a la Diosa. 
El contacto con un pene que ha conectado con el corazón, facilita, es más, 
activa, el proceso de curación en el vientre de la mujer. Por eso es sumamente 
importante relacionarse con parejas que estén en el camino de poner consciencia 
en la sexualidad. No se trata de renunciar a la libertad sexual, pero ya no 
podemos dejar que entre cualquier energía dentro de nosotros. Debemos empezar 
por honrarnos a nosotros mismos.

La energía femenina es una energía ligada al corazón y a la 
unión con el Espíritu y con todo lo que nos rodea y es desde el corazón desde 
donde nuestro mundo será sanado.

Editado por Korina May y Publicado por Jesús Gómez en la revista "Espacio Humano"

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